14/06/2025: Nos alojamos en el hotel y terminamos comiendo aquí varias veces - cada comida era consistentemente delicioso! Se puede pedir en el restaurante o en el menú del bar, y ambos ofrecen fantásticas opciones.
El curry tailandés amarillo era absolutamente fenomenal, rico, sabroso y bellamente equilibrado. El pescado y las patatas fritas estaban perfectamente crujientes, y las patatas fritas fueron algunas de las mejores que hemos tenido. ¿Pero el sobresaliente? La costilla de res irlandesa — tierna, jugosa y babosa — ¡digna!
Como alguien que no tiene gluten, me emocionó ver un montón de opciones claramente marcadas sin gluten en los menús principales. La única pequeña desventaja eran los limitados postres sin gluten, pero la calidad de todo lo demás lo compensaba con creces.
El servicio fue excepcional en todo momento - amable, profesional y atento. El lugar en sí es cómodo y decorado con buen gusto, por lo que es un gran lugar para relajarse y disfrutar de una comida.
Recomiendo encarecidamente si se aloja en el hotel o simplemente en busca de una buena comida en la zona!
03/06/2025: No estábamos listos para lo buena que era esta comida. El trampolín de The Kingsley nos dejó boquiabiertos, con las manos abajo la mejor comida que hemos probado. Declaración audaz, pero nos atenemos a ella.
¿Los sabores? Perfecto. ¿El chapado? Gorgeous. ¿La experiencia? Inolvidable. Volveríamos a Cork solo para comer aquí de nuevo, sin duda.
Como vegano y aficionado a la comida sin gluten, estoy acostumbrado a la rutina de “puedes tomar la ensalada”. ¡Pero aquí no! El menú de Springboard estaba claramente etiquetado, súper inclusivo y lleno de opciones que eran realmente emocionantes y deliciosas. Sin compromisos, solo sabor de nivel próximo.
El ambiente era elegante sin ser congestionado, con unas vistas preciosas del río Lee que configuraban el escenario perfecto para una cena romántica (o en nuestro caso, una segunda onda de luna de miel 💕).
Si tuviéramos una pequeña nota — tomó un poco de esfuerzo llamar la atención de un servidor y las cosas se movieron lentamente a veces. ¿Pero honestamente? La comida era tan ridículamente buena, que no nos importaba. Vale cada segundo.
¿En resumen? El trampolín es imprescindible. Venga por la comida, quédese a disfrutar de la vista y salga soñando con lo que pedirá la próxima vez. Porque confía en nosotros, habrá una próxima vez.
¡Volaríamos de Canadá a Irlanda solo para comer aquí de nuevo!